Con el etiquetado energético se busca que los compradores de electrodomésticos, aparatos de climatización, o coches consideren la eficiencia energética como un factor más a tener en cuenta en la decisión de compra y al mismo tiempo promover el ahorro energético y la protección medioambiental.
La información que contiene la etiqueta se basa en las normas de ensayo establecidas en la Legislación Europea. El etiquetado está regulado en las Directivas de Ecodiseño-Ecodesign (2009/125/EC) y en la Directiva 2010/31 de eficiencia energética; además existe un calendario muy activo de legislación sobre certificaciones energéticas obligatorias de diferentes PuEs (Productos que utilizan Energía). Así mismo la Directiva Europea 2010/30/CE (también llamada la Directiva sobre etiquetado energético- Energy Labelling) se refiere a la indicación del consumo de energía y otros recursos por parte de los productos relacionados con la energía a través del etiquetado y la información a los usuarios finales.
La Directiva Europea 2009/125/CE (a veces llamada la Directiva ErP o la Directiva de Ecodiseño) requiere que los productos relacionados con la energía cumplan los requisitos de diseño ecológico según lo definido en las medidas de aplicación específicas, generalmente Reglamentos de la Comisión, para los diferentes productos.
Entre estos productos cabe mencionar:
- electrodomésticos
- aparatos de climatización
La información que aporta la etiqueta energética permite una sencilla elección de los electrodomésticos teniendo en cuenta su eficiencia energética. La etiqueta ha de exhibirse obligatoriamente en cada electrodoméstico puesto a la venta para permitir al consumidor conocer de forma rápida la eficiencia energética del aparato.
A partir de la publicación de la Directiva Europea 2010/30/CE de etiquetado se han ido publicando los Reglamentos particulares de aplicación de ésta para aparatos de refrigeración, lavadoras, lavavajillas, secadoras, campanas, hornos, calentadores de agua, aspiradores y aparatos de aire acondicionado. Los cambios fundamentales son la inclusión de las nuevas categorías energéticas A+, A++ y A+++ (las dos primeras ya existían para los aparatos de refrigeración) y la inclusión de pictogramas para los diferentes parámetros del etiquetado. En el caso de productos con etiquetado energético antiguo, la legislación permite que puedan exponerse y venderse legalmente en cualquier momento.
Para lava-secadoras se publicará más adelante el Reglamento del nuevo etiquetado energético. Hasta ese momento, sólo se podrá utilizar el etiquetado actual.
Tanto el etiquetado actual como el nuevo obligan a los distribuidores de electrodomésticos a etiquetar todo producto expuesto en los lineales, mediante etiquetas energéticas que los fabricantes deben entregar a dichos distribuidores. El objetivo del sistema de etiquetado energético es ofrecer la opción al usuario para que pueda comparar productos de las mismas características y de diferentes marcas, en lo referente a los consumos de energía y otros parámetros relacionados, favoreciendo así la utilización de los aspectos medio ambientales en la compra de electrodomésticos. Para ello las etiquetas disponen de unas clasificaciones energéticas que abarcan desde la “A” (o “A+++” si se trata del nuevo etiquetado energético), producto de menor consumo de energía hasta la “G” (o “D” en ciertos casos con el nuevo etiquetado energético), producto de mayor consumo de energía, acompañadas de datos adicionales de relevancia y clasificaciones desde el punto de vista de la aptitud para la función de dicho producto (eficacia de aclarado, centrifugado, etc.).
Los elementos básicos de la etiqueta, que la hacen fácilmente reconocible, incluyen en su diseño:
- La escala de clasificación.
- Siete clases energéticas.
- Colores de verde oscuro (alta eficiencia energética) a rojo (baja eficiencia energética).
- Se pueden añadir hasta tres clases adicionales, A+, A++ y A+++, a la primera escala de clasificación desde A hasta G.